Tengo cinco hermanas maravillosas (yo soy la mayor de las seis) y soy madre de dos hijas fantásticas.
Puede que esta condición haga que sea receptiva, que sepa escuchar y ayudar de una manera natural, porque hablar en casa con tanta charlatana es difícil y yo he tenido un aprendizaje continuo; o tal vez ya estaba en mis genes, quién sabe; o quizá fue la adoración que sentía por mi abuelo, que fundó su propio colegio y que ya en su momento fue una persona revolucionaria metodológicamente, lo que hizo que yo me dedicase a la docencia.