Recuperar la pedagogía en la orientación inclusiva

Hablar de recuperar la pedagogía es, como señala Meirieu (2016), un gesto de insurrección frente a una escuela que clasifica segrega y estandariza. En su artículo, el autor no habla del rol de la orientación, pero hoy yo quiero hacerlo en este pequeño espacio que utilizo para la reflexión.

En orientación, recuperar la pedagogía es creer y sostener que educar no es aplicar recetas mágicas, porque sabemos que no existen; tampoco es administrar diagnósticos continuamente; como tampoco lo es, trabajar de manera aislada y clínica. Recuperar la pedagogía en la orientación es acompañar procesos humanos profundamente complejos, muchas veces inciertos, y siempre únicos. Procesos que a las orientadoras y orientadores nos hacen muchas veces, caminar en soledad entre luces y las sombras.

Recuperar la pedagogía en orientación es asumir que nuestra tarea es educativa, ni médica, ni clínica. No somos jueces, aunque yo muchas veces he sentido que lo era; tampoco tenemos que corregir desviaciones, que es lo que otras tantas veces se ha esperado de mí; y tampoco somos burócratas que tramitan adaptaciones. ¿Cuál es entonces nuestro rol dentro de la orientación inclusiva? Yo considero que somos acompañantes, yo siento que lo sigo siendo ahora desde otro lugar. Acompañamos en este camino utópico y esperanzado que es la educación inclusiva. Y desde nuestro rol, ayudamos a sostener, a pensar y resignificar la experiencia escolar, y siempre lo hacemos desde una mirada ética y justa.

Pero ¿qué implica recuperar la pedagogía en la orientación?

  • Rechazar la función clínica y clasificadora de la orientación.
    Para Meirieu (2016) “la individualización puede transformarse en un modo de gestión tecnocrático de las diferencias” y desde la orientación muchas veces, esa es nuestra función. ¡Cuántas veces me he sentido yo como una maquinaria de etiquetado! Recuperar la pedagogía supone devolver humanismo y ética a la orientación.
    • Y así seguimos en la orientación, dividiendo en tipos y rangos, comparando con la media, con la normalidad, calculando las desviaciones típicas…, todo ello para poder escribir un diagnóstico basado en el promedio y con el lenguaje de una ciencia muy alejada de la educación como es la medicina. Cuando Elena está reduciendo los resultados a números, a siglas, a un lenguaje capacitista, no aparece Juan como persona, solo se ven números. Elena puede incluso olvidarse de que Juan es mucho más que un diagnóstico, mucho más que un estudio clínico y psicopatológico. ¿Hemos pensado alguna vez que cuando reducimos a la persona a su diagnóstico pasa a ser población excedente y la arrojamos en vertederos humanos? (Elizondo, 2024)
  • Acompañar en el cruce entre sujeto y cultura, entre la identidad y la diversidad
    La pedagogía, dice Meirieu, es el arte de hacer posible el encuentro entre el sujeto y la cultura. El DUA 3.0 también pone el foco en la identidad y el respeto de las culturas. Desde la orientación, esto significa construir puentes, mediar, traducir.
    • No es reconocer al otro: es respetarlo en su individualidad, en su diferencia, en su singularidad. Es acogerlo. Hace mucho que no utilizo esta frase, pero creo que aquí la puedo retomar: no se trata de entrar, sino de pertenecer. (Elizondo, 2024)
  • Creer en la educabilidad de todos.
    Meirieu subraya que el principio de educabilidad es condición de toda enseñanza. En orientación, esto se traduce en el derecho de todos los estudiantes a recibir apoyos significativos, sin ser reducidos a un diagnóstico ni convertidos en sujetos de intervención clínica. Es ubicarnos en el paradigma de la neurodiversidad con un enfoque plenamente neuroafirmativo
    • Si seguimos con nuestra mirada capacitista, tenderemos a comparar, a segregar, a igualar, y entonces pretenderemos que el otro sea como los demás para que pueda tener una vida plena, y pretenderemos que un autista nos mire a los ojos, o que una persona  disléxica escriba sin faltas, o que un estudiante hiperactivo permanezca en la silla sin moverse concentrado toda una hora, o toda una mañana. Y esto no es la alteridad, esto es anular su derecho a ser él mismo, y es anular su alteridad. (Elizondo, 2024)
  • Elegir una orientación ética.
    Meirieu lo dice claro: la pedagogía no es un lujo. Recuperarla implica asumir que orientar no es solo aplicar técnicas, sino optar éticamente: por la inclusión, por la justicia educativa, por los márgenes, por lo justo.

Recuperar la pedagogía es recordar que cada informe, cada conversación, cada intervención puede ser una semilla que florezca o una piedra que impida brotar y crecer.

Trabajos citados

Elizondo, C. (2024). Neurodiversidad. El funcionamiento del cerebro en la escuela inclusiva. Octaedro.

Meirieu, P. (2016). Recuperar la pedagogía. De lugares comunes a conceptos clave. Paidós.